ENTREVISTA A JOSÉ LUMERMAN, PSIQUIATRA: “El doble discurso y la mentira enloquecieron a la sociedad”
El director del Instituto Austral de Salud Mental habló de la impunidad entre los gobernantes. Dijo que la Justicia neuquina “quedó gravemente dañada”. La corrupción y la falsedad de los ’90, aseguró, causaron una “desilusión catastrófica” que afecta en particular a los jóvenes.
-Como profesional de salud mental con experiencia en Neuquén, ¿cree que la actual situación, en la que no surgen los responsables de los graves problemas heredados, puede contribuir a acentuar el descreimiento de los jóvenes y otros fenómenos psicosociales aún más graves?
-El diagnóstico situacional nos indica que los jóvenes no están interesados ni confían ni saben que existe la política. Y lo que han escuchado de los adultos se resume en el "que se vayan todos". Estamos hablando de un proceso de degradación que parte de un momento de gran expectativa y entusiasmo en la democracia, como fue la asunción de Alfonsín luego de la dictadura. Pero todo lo que surgió de allí fue degradando la confianza de la población y, a partir de los '90, se entró en un estado de corrupción organizada y perversión que confluyó en la metáfora "que se vayan todos". Aunque sea impracticable, en esa frase está identificada la aversión de la población respecto de la política y sus dirigentes.
En Neuquén, en los últimos ocho años, lamentablemente se produjo una agudización de ese fenómeno de des-liderazgo. Esto lleva hoy al planteo de que, si todo lo acontecido, las graves cosas ocurridas no tienen un costo desde el punto de vista de la Justicia, ni siquiera se puede empezar a pensar en que nuestros jóvenes recuperen la confianza en la política y en los liderazgos.
-¿Qué efectos tienen el doble discurso, la mentira y la corrupción sobre la población y sobre los jóvenes?
-En la población en general, el doble discurso es un fenómeno que enloquece. Crea estados confusionales, con efectos sobre la identidad, porque no se sabe lo que es ni lo que no es.
Pero por un lado está el doble discurso y por el otro la mentira. Ambos generan un fenómeno de desilusión catastrófica. Si un padre miente, lo que genera en el hijo, en su mujer, entre sus amigos, es desilusión; se cae una expectativa básica respecto del valor de la palabra. Ahí tenemos un cóctel muy destructivo para la identidad ciudadana de cualquier persona, porque eso significa estados confusionales, agresión, que es lo que vemos: la desconfianza extrema y la agresividad. En general, en toda la sociedad lo que se genera con la mentira es una pérdida de la visión de futuro, una especie de nihilismo, cinismo o negativismo, una pérdida de interés en seguir adelante.
-¿Y entre los jóvenes?
-Bueno. Hasta los 20 ó 21 años el ser humano transita una etapa de desarrollo de su psicoemocionalidad, su universo de ideales, sus valores. Esto es así especialmente a partir de la adolescencia, en la que resulta fundamental tener referentes externos con los cuales identificarse. La criatura humana tiene una tendencia natural a admirar a los héroes, a los santos, a los piadosos, a los justos. ¿Cuáles eran los referentes de mi generación? Por ejemplo: el Che Guevara, Martin Luther King, Gandhi. Esto tiene que ver con un estadio de los jóvenes en el que necesitan idealizar; es un momento muy crucial, estratégico, pero de suma fragilidad por la posibilidad de la desilusión.
Es un momento en el que se conforman los ideales y los jóvenes necesitan de referencias para identificarse. Los jóvenes siempre están mirando, si lo que ven son dobles mensajes y mentiras, entonces se produce una suerte de catástrofe interna, como si no tuviera sentido la vida.
Precisamente, esto lo vemos reflejado en nuestras estadísticas: no solamente en los índices de suicidio, algo siniestro que nos está pasando a nosotros como comunidad porque se nos están matando nuestros jóvenes, sino que lleva a otros graves desórdenes como el alcoholismo, el abandono del colegio, la agresividad, la violencia. Es decir que se empieza a generar lo que se denominan regresiones antropológicas.
-¿Habla de Neuquén o del país?
-Esto no es algo que nos pase solamente a nosotros, es un fenómeno mundial. El doble discurso y la mentira es hoy lo que lamentablemente sobra en el mundo. En la Argentina particularmente, porque el país viene de graves ataques al sentido de la palabra por la degradación que hubo de los ideales básicos de la comunidad. Las palabras patria, bandera, familia quedaron vacías de contenido y fueron manipuladas.
-Por ejemplo, lo que hizo Kirchner con la Corte menemista... ¿eso es bueno para la gente?
-Esta realidad que estamos describiendo es la mala noticia, la buena noticia es que es reversible. El ejemplo para mí más claro, más allá de los cuestionamientos que se puedan llegar a hacer, es el fenómeno a través del cual la Alemania de la posguerra pudo revertir no solamente la catástrofe material y de muerte sino la destrucción del pensamiento democrático. Esto nos indica que son situaciones reversibles y el ejemplo de Kirchner es excelente porque, justamente, lo que marca es que el deterioro está vinculado a los ideales y eso obviamente tiene mucho que ver con la Justicia.
La Justicia fue lo primero que se afectó durante el principio del mandato de Menem y la Justicia fue lo que se afectó en la provincia de Neuquén, lo que quedó gravemente dañado; por eso la falta de credibilidad que existe. Si el Poder Judicial no hace justicia se genera un fenómeno desgarrador. La buena noticia es que esto se puede revertir, como a nivel nacional cuando se tomó una serie de decisiones como la de poner gente capaz e idónea en la tarea judicial y se empezó a generar un fenómeno, que aún está en tránsito, de confianza.
-Es decir que basta con que los jueces sean independientes, no importa cómo piensen...
-El ser humano busca que su padre sea justo, más allá de sus gustos personales. La ciudadanía necesita, no es un deseo, es una necesidad, que los jueces sean justos. Más allá de lo que ellos piensen en su calidad de personas.
Pienso que la reversión de esta situación se da fundamentalmente a través de la Justicia. En la medida en que la gente ve que existe un Poder Judicial coherente y veraz, eso derrama y entonces se generan fenómenos de identificación; todos empiezan a ser más justos con el otro y no tan, como se observa, desconfiados y agresivos.
-Claro, porque algunos parecen estar con el cuchillo entre los dientes... imperan las relaciones de fuerza...
-Y se impone el que tiene más poder, el que es más vivo, el que es más rápido... Y por otro lado existe la desconfianza. Fíjese que hoy la cantidad de juicios entre las personas es impresionante...
La Justicia es muy importante también para que todo aquello que estuvo mal no quede impune. Que opere en este sentido es clave, porque que quede impune sería un mensaje a los jóvenes o a la población en general de que en realidad no importa si alguien hizo algo que no correspondía o era ilegal porque no hay consecuencias.
Por el contrario, tiene que haber un costo por el error, si no aquellos que lo cometieron se pueden quedar con la idea de que eso es lo normal y por lo tanto lo pueden volver a hacer nuevamente. Con impunidad, ni siquiera el que erró tiene la posibilidad de reflexionar acerca de su error y modificarlo.
-En las últimas elecciones, las tres fuerzas principales prometieron un cambio. ¿Piensa que la sociedad neuquina es consciente de estas necesidades que usted señala?
-Puedo contestar como integrante de la comunidad. La realidad es que la necesidad de la gente impone el cambio. Si no, no hay futuro. Esto no es Buenos Aires, que tiene mucha dinámica propia, mucha historia. Ésta es una provincia llena de potencialidades, en lo natural, lo estructural, superestructural y poblacional. Pero también es una sociedad que tiene una fragilidad, porque es petróleo-dependiente y le falta mucho por desarrollar para terminar de cuajar lo que se llama la matriz productiva provincial.
Por otro lado, la herencia que recibió este gobierno nos indica que va a haber conflicto. Si los cambios y la necesidad de justicia no se abordan, los riesgos de agresión se van a incrementar.
Pero por otro lado lo interesante es que, de los muchos que vinieron acá, son pocos los que se van. Esto justamente le da a esta cuestión del cambio y a los políticos inclinados a responder a la necesidad de cambio un buen camino. Porque no sólo hay que cambiar sino que además es posible cambiar.
Desde lo psicosocial es así de simple, aunque por supuesto ese proceso, con aspectos tales como que haya un Poder Judicial que haga justicia, puede demandar cuatro u ocho años.
Y toco el tema de la justicia porque entiendo que es el poder más importante del Estado, como en el aparato psíquico lo más importante es el superyó porque es la parte que define el libre albedrío, la dimensión ética, aquello que permite el reconocimiento del otro como semejante.
Repudio a la función paterna
"El diagnóstico que yo puedo hacer a partir de mi visión de los fenómenos psicosociales, en el país en general y en la provincia en particular, es la cantidad de mujeres jefas de hogar que han quedado solas con sus crías. Esto no sólo afecta a la población más dañada y empobrecida sino a las mujeres en general y por lo tanto a los hijos.
"Existe un fenómeno que es el repudio de la función del padre. En estos momentos hay un sinnúmero de chicos que son huérfanos simbólicos, que es mucho más doloroso y grave que ser huérfano real, porque este último al menos puede tener una idea del padre. Pero cuando la orfandad es simbólica no es metabolizable. Entonces se produce este descalabro que estamos observando.
"En la medida en que cada adulto se haga responsable de su lugar como papá, como mamá, desde el director del hospital hasta el gobernador... si lo hacemos nunca nos vamos a equivocar, porque lo mejor para ellos es lo mejor para el futuro y por lo tanto para todos".
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